MILAN (Corriere della Sera) – “¿Mina? Sus últimos discos no me entusiasmaron particularmente. Es como si no se expresara con todo su potencial, algo que me hace enojar en serio. Es algo así como tener a Maradona en la cancha y sin ganas de jugar.” Así habla Eros Ramazzotti desde las páginas del flamante libro “Lo juro”, editado por Mondadori, en el que se confiesa ante el periodista Luca Bianchini.
El cantante, desde lo alto de su muy probable primer puesto en las listas de los discos más vendidos de Italia con su nuevo CD “Calma aparente”, no ahorra calificativos ni juicios para algunos de colegas más famosos. El primer aplazo fue para Cher, que habría grabado un dueto con Eros para el álbum “Stile libero” sólo por dinero, y la primera promoción fue para Anastacia, que dejó el alma en su reciente colaboración con el cantante.
También resultó aplazado Michael Jackson (“Recuerdo que tenía el rostro cansado y sus manos eran gélidas”) y aprobado con las mejores notas, en cambio, Adriano Celentano: “Es un mito. Está fuera de todo y a la vanguardia de todo al mismo tiempo. Tiene una voz única; siempre hizo lo que quería y jamás le importó lo que dijeran los demás. Carisma en estado puro”.
Para Tina Turner y Domenico Modugno, amor incondicional. “A Modugno lo vi una sola vez, en Bolonia. Ya había sufrido el ataque que lo dejó paralizado, pero yo estaba feliz de poder estrechar finalmente su mano. Es uno de los pocos que logró de verdad provocar un cambio en la música italiana y llegó a convencer incluso a los norteamericanos.”
Aplazado o, mejor dicho, no clasificado, aparece Lucio Battisti: “Nunca quise encontrarme con él, por más que vivía muy cerca de mi casa. Todos me decían que era una persona muy antipática. Tal vez por eso no quise arruinar el recuerdo de sus grandes canciones”.
Escribir un libro sobre Eros Ramazzotti no es fácil. No alcanza con seguir sus pasos entre Los Angeles y Milán, entre salas de grabación y rápidas visitas a la escuela donde recoge cada día a su pequeña hija Aurora. Para quien tenga ese propósito es necesario tener en cuenta los súbitos cambios de humor del astro, sus ataques de furia -casi siempre alentados por razones artificiales y muy raramente surgidos de razones verdaderas- y su reconocida capacidad para proponer banalidades y golpes de verdadero genio con una escasísima distancia entre ambos.
En “Lo juro”, Bianchini opta por alternar fragmentos de conversaciones y cuidadosas descripciones de atmósferas y ambientes en las que el astro se mueve. Las situaciones no siempre resultan atrayentes, pero en cada situación funcionan como espejo fiel de la sinceridad total de Eros Ramazzotti, que por más increíble que parezca, jamás logró acostumbrarse del todo a su papel de estrella del espectáculo.
“Me pone muy incómodo ese murmullo que se crea cada vez que entro en algún lugar que no conozco. Es una situación embarazosa en la que me paralizo y corro el riesgo de mostrarme mucho más antipático de lo que parezco. A mí no me hacen nada bien todas esas cosas de la popularidad. Y jamás supe cómo comportarme en esas situaciones”, relata en el libro.
¿Y cuál es su relación con las fans? “Las peores no son las que me abordan con la idea de llevarme a la cama, sino para ir a la inauguración de algún sitio: un local de música, un resort de vacaciones. Para convencerme me dicen que está a mi disposición un área VIP, exclusiva, pero yo no soy un objeto que se exhibe, se alquila o se prostituye. Jamás se escuchará un tema mío en un spot promocional o publicitario”, subraya.
Sobre las cuestiones sentimentales, Eros prefiere quedarse en las generalidades: “Toda esa cosa del alma gemela… El problema es que cuando está delante de vos la rechazas. Y cuando no está, la deseas. Hay que decidirse, ¿no es cierto? Yo tendría ganas de una mujer, pero la que te gusta al fin y al cabo siempre tiene algún defecto. Entonces, empezás a mirar enseguida a alguna otra”.
Perplejidad en la relación con la radio, y desilusión directa en el caso de Internet. “La radio es un medio fascinante, pero en términos musicales te ofrece muy pocos estímulos. Hoy, la diferencia entre una emisora y otra no pasa por las canciones, sino por los locutores”, sostiene.
¿Certezas? Junto a su amor por Auora, a Ramazzotti le quedan sólo tres: el desayuno, el fanatismo por Juventus y la música. Pero con un trauma en el medio todavía sin superar: “Cada vez que tengo que cantar, siento que está por llegar un incontrolable dolor de garganta”.
Mario Luzzatto Fegiz
04/12/2005 – La Nacion (Argentina)